Las Provinicias | 05.03.2017
Las ciudades autónomas conviven con un alambre de espinos que no logra contener la desesperación de quienes se ven a un paso de alcanzar la meta
GUILLERMO ELEJABEITIA
Hace un par de días la Gendarmería marroquí informaba de que había logrado impedir la entrada de unos seiscientos inmigrantes irregulares a través de la valla de Ceuta. En las últimas semanas los intentos de alcanzar suelo europeo por la alambrada que rodea la ciudad autónoma se han convertido en una constante.
A mediados de febrero recibió en dos oleadas casi 900 personas. En 72 horas, una situación extraordinaria que amenaza con colapsar el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) donde reciben techo, comida y asistencia sanitaria. Las imágenes muestran a los recién llegados eufóricos, lanzando gritos de alegría por haber logrado su objetivo. Pero también semidesnudos, descalzos y ensangrentados por las heridas que les ha causado la valla que protege la última frontera de Europa.