El País | 03.02.2017
RICARD GONZÁLEZ
“Me he intentado suicidar dos veces, todavía sufro de depresión y me estoy medicando. A menudo, tengo la sensación de no poder respirar”, explica Henda Baccouche, de 54 años y madre de cuatro hijos. El menor de ellos, Helmy, de 21 años, desapareció en septiembre del 2012 tras subirse a una patera rumbo a Italia. Rashida Beji, una mujer de unos azulísimos ojos tristes y ataviada con un hiyab granate, cuenta una historia parecida: “No tengo noticias de mi hijo desde que se marchó a Italia, en 2011″. Estas mujeres, angustiadas pero aún esperanzadas, representan el rostro humano que eclipsan las estadísticas de la tragedia del Mediterráneo.