El País | 25.11.2017
Francia tiene más de quinientas ‘bidonvilles’ tres décadas después de haber erradicado los barrios de barracas
Arriba, la capital próspera y vibrante, la llamada ciudad de la luz. Abajo, un submundo insalubre, precario y provisional.
Hay que bajar por unas improvisadas escaleras de madera para entrar en el poblado del boulevard Ney en París, una bidonville (literalmente ciudad de bidones, o campamento de chabolas) instalada en una vía de tren abandonada, cerca del periférico, la autopista de circunvalación que marca los límites de la capital francesa.
Francia creía que el chabolismo, un fenómeno asociado a los paisajes suburbiales de los años cincuenta y sesenta en plena explosión de crecimiento y demográfica, había desaparecido. Desde hace una década, aproximadamente, las barracas han vuelto a aparecer dentro de las ciudades, en zonas periféricas y junto a las autopistas.