El Facebook del Gurugú
La red social es el único contacto con el mundo para los jóvenes de Petit Bamako, uno de los campamentos del monte donde se refugian centenares de inmigrantes
JUAN CANO/ ÁLVARO FRÍAS
Hay un antes y un después en el perfil de Facebook de Koffi Bram. En las fotos más antiguas y en las recientes aparece con el mismo rostro serio y aniñado. Pero algo ha cambiado en sus ojos. En las últimas imágenes que ha subido a la red social, tomadas en el Gurugú, su mirada es triste y apagada. En ellas se le ve rodeado de algunos amigos, abrigado con un gorro, una bufanda y unos guantes del Barça. Está sentado en el suelo, delante unos chamizos que cubren de plásticos para guarecerse del frío y la lluvia.
Para los jóvenes del Gurugú, Facebook es el único contacto con sus orígenes. Casi a diario, bajan a Nador en busca de un cibercafé donde les permitan conectarse gratis a Internet durante un rato y chatear con las personas que han dejado atrás en el viaje. Koffi es de los pocos que ha subido a Facebook fotos del campamento. El 10 de febrero cambió su imagen de portada. El fondo es muy distinto. Ahora, su hogar, «el infierno», como ellos lo llaman, es el Gurugú. «Quiero enseñarle a mis amigos cómo vivimos aquí para que no vengan», afirma el joven. «Esto no es vida. Para poder comer algo tenemos que buscar en la basura o pedir en las casas».
«Mi familia no lo sabe»
Abou Deseigne, un amigo de la infancia con el que convive en Petit Bamako, el campamento de los jóvenes procedentes de Mali en el Gurugú, no quiere colgar imágenes de su estancia en el monte. «No puedo explicarle la realidad de aquí a mi familia, prefiero que no sepan cómo vivimos en el Gurugú». Aun así, se conecta a diario a Facebook para charlar con sus amigos. Igual que Koffi, los anima a permanecer en su país. «A los que quieren venir, les digo que no lo hagan. Esta no es la forma de entrar en Europa. Pero los que estamos aquí ya tenemos que intentarlo», añade.
Para no olvidar ningún detalle, Abou está escribiendo un libro sobre su vida. En 2011, tras acabar filología inglesa, se marchó de Bamako por la falta de empleo y de futuro. «Mi familia es pobre y somos nueve hermanos. Cuando acabé los estudios, decidí irme para ganar dinero y ayudarlos». Su primer intento duró solo un par de meses. Tuvo que volver porque no disponía de dinero para seguir adelante con su viaje.
En diciembre de 2011, partió de nuevo. Cruzó el Sáhara en dos días y dos noches a bordo de una todoterreno tipo ranchera en el viajaban 45 personas. Pagó 25 euros por su plaza. Entró en Marruecos por la frontera de Argelia y, el 12 de septiembre de 2013, llegó al monte de los inmigrantes que esperan saltar la valla.
Tras el infierno del viaje, el Gurugú es una suerte de purgatorio previo al paraíso que imaginan. De entre las muchas hostilidades de la montaña ha sacado algo positivo: «Somos todos conocidos, casi familia, y nos ayudamos unos a otros para sobrevivir. En la solidaridad tenemos la oportunidad».
Koffi no esconde su sufrimiento. Cuando sus amigos le preguntan en Facebook cómo le pueden ayudar, él siempre repite: «Hay que rezar por nosotros».
via El Facebook del Gurugú. SUR.es