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“¡A la tierra prometida! ¡Yalaaaa!”
Celestín, un camerunés, reconstruye la odisea del salto a la valla de Melilla de 500 inmigrantes
Poco después de las cuatro de la mañana se tomó la decisión. El miércoles iba a ser el día del salto. Los cameruneses asentados en el monte Gurugú, al norte de Marruecos, comandarían la expedición. Cientos de subsaharianos saltarían juntos la maraña de vallas y cuchillas que cercan Melilla. El momento elegido sería en torno a las cinco de la mañana, la hora del primer rezo musulmán, motivo por el que esperaban que los guardas marroquíes estuvieran distraídos. Un subsahariano iría de avanzadilla y anunciaría la vía libre a los demás.