22. August 2014 · Kommentare deaktiviert für Flüchtlingslager in Marokko vor Melilla zerstört · Kategorien: Marokko, Spanien · Tags:

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Los paramilitares marroquíes destruyen el refugio de los subsaharianos

‚El monte Gurugú se ha terminado‘

„Llegan de madrugada, a las tres, a las cinco…mientras dormimos. Son unos 300 paramilitares de las fuerzas auxiliares marroquíes, a los que nosotros llamamos ‚alis‘. Nos despiertan a golpes. Arrasan todo lo que encuentran en el monte Gurugú, nuestro único refugio. Destrozan nuestras tiendas de plástico, nos queman la poca comida y la ropa que tenemos. ¿Qué vamos a hacer ahora?“. Habla Cheick D., sólo tiene 17 años y es de Guinea Conakry.

Así es el relato del hostigamiento que sufren los subsaharianos del Monte Gurugú, situado a sólo 10 kilómetros de Melilla. Desde el domingo, cada madrugada, los paramilitares marroquíes, los ‚mehanis‘, irrumpen en sus campamentos con la intención de expulsarlos del bosque.

Después de dos meses sin incidentes en la valla de Melilla, la semana pasada se produjeron siete intentos de salto en sólo cuatro días. Unas 1.500 personas intentaron entrar en España. Sólo unos 80 lo consiguieron.

„Vienen a por nosotros por los últimos saltos. No quieren que lleguemos a la valla. Es una represalia. Los ‚alis‘ cada vez son más violentos. Nos pegan con palos. Ayer le partieron el brazo a un compañero“. Lo dice Mamadou, marmolista malí de 26 años. Pero quiere que sepamos que ha sucedido algo más grave. El lunes, los ‚alis‘ mataron presuntamente a un subsahariano. Asthon, natural de Sierra Leona, lo presenció todo junto a una de las laderas por las que se desciende del monte. „Estaba escondido detrás de un árbol. No podían verme“, recuerda. „Un chico trataba de escapar de los paramilitares cuando le alcanzaron con una piedra. Le dieron en la nuca. El chico cayó de bruces y dejó de moverse. No sé quién era. No pude verle la cara“.

Minutos después, Ashton vio cómo un grupo de ‚mehanis‘ recogía al joven inerte y lo metía en un vehículo. No es la primera vez que los subsaharianos denuncian una muerte. Pero nunca tienen la posibilidad de recuperar los cadáveres. Los paramilitares se los llevan rápidamente. Sin cuerpo no hay prueba.

„Todos estamos en peligro. Es horrible“, advierte Mamadou mientras muestra abatido las hogueras provocadas por los alis. Lleva cuatro meses sobreviviendo en el Gurugú.

„Aquí, en Marruecos, no hay trabajo para nosotros. Recogemos comida de la basura, comemos patas de pollo. Y, ahora, encima, los ‚alis‘ vienen y nos queman lo poco que tenemos. No es justo“.
Sin recursos y en mitad de la nada

En este bosque huele a comida quemada. Entre las ascuas, se distinguen pedazos de pan y arroz, algunos cubiertos, colchones y restos de ropas. Todo está calcinado.

Moussa se cubre el torso con una tela negra. Le han quemado sus únicas prendas. Este joven malí denuncia que en estas violentas batidas, los ‚mehanis‘ marroquíes, además de agredirles, les roban todo lo que tengan de valor. „Cuando huimos, aprovechan para llevarse el poco dinero que guardamos, los teléfonos móviles, los cargadores… Lo he visto con mis ojos“.

Las redadas de Marruecos contra los subsaharianos tienen un objetivo: ofrecer a la Unión Europea una respuesta contundente ante la inmigración clandestina después de que la semana pasada Rabat relajara la vigilancia en el Estrecho facilitando la llegada a España de 125 embarcaciones con más de 1.200 personas.

„Nos han dicho que el Gurugú va a dejar de existir. Le Gourougou c’est fini, c’est fini, nos repiten los alis. Dicen que quieren levantar aquí un acuartelamiento“, asegura indignado Cheick.

Hasta el pasado domingo, en el Gurugú, donde los inmigrantes acampan por nacionalidades, convivía un millar de subsaharianos de una decena de países diferentes. Pero después de estas últimas redadas, no quedan más de 300.

Carine aun resiste en los campamentos. Tiene 20 años. Esta peluquera camerunesa es una de las tres mujeres que habitan en el Gurugú. Habla angustiada. Tiene miedo, pero quiere que todo el mundo sepa lo que está ocurriendo. „En un solo día se llevaron a más de 300 compañeros por la fuerza. Les hicieron subir a varios autobuses y se los llevaron a Fez y a Rabat. Los que estamos aquí somos los que logramos escondernos. Vienen por la parte de arriba del monte y por abajo para bloquearnos. Acuden cada día. Apenas dormimos. Nos levantamos de madrugada para ocultamos en las zonas más inaccesibles del bosque“.

Pero Carine confiesa que, a veces, las fuerzas flaquean. „Hemos llegado decir a las fuerzas auxiliares marroquíes que nos metan en un avión y que nos devuelvan a nuestros países de origen. Cualquier cosa antes que sufrir esto“, relata.

La estrategia de Marruecos consiste en alejar a los inmigrantes clandestinos de su escondite en el Gurugú. Los abandonan en las proximidades de Fez y Rabat, a 300 y 500 kilómetros de Nador.

„Si te llevan a Fez no puedes regresar aquí porque no tienes dinero. Te dejan tirado en la calle. No duermes, no comes, no puedes hacer nada… Sólo mendigar para intentar regresar aquí“, dice Mamadou.

Una veintena de jóvenes se acerca al grupo para ofrecer más testimonios. Confiesan que apenas tienen fuerzas para huir. Son muchas redadas, muchos días sin comer y cada vez es más arriesgado buscar agua en las fuentes del bosque. Hay miedo. Se sienten amenazados. Pero quieren ofrecer un mensaje, casi una súplica, que transmite Cheick: „Europa, España, tienen que ayudarnos. Sólo buscamos una oportunidad. Quiero que las autoridades sepan que los derechos humanos no existen en Marruecos. Nosotros, los ‚black‘, sufrimos demasiado. ¿Qué hemos hecho para soportar todo esto? Aquí nos maltratan como a animales y nosotros no somos animales. Somos seres humanos, como ellos“.

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